Quien no ha oído la frase “entre en esta empresa con 14 años…”. Esta frase dicha por nuestros padres en numerosas ocasiones refleja cómo se han formado los profesionales que a día de hoy representan un porcentaje muy elevado de la población activa. Durante años en España se entraba en las empresas como peón, aprendiz… y con los años se adquirían las destrezas y cualificaciones profesionales necesarias para desempeñar un trabajo.
Esta situación que parecía normal y lo más adecuado para adquirir las competencias necesarias fue desapareciendo, primando para ello los estudios, sobre todo universitarios. Se decía eso de “sin estudios no eres nada”, y que hicimos los jóvenes… ¡estudiar!, y si era una carrera universitaria, ¡mejor!. Por aquel entonces la Formación Profesional no era la más ofertada por la Administración Educativa y, en consecuencia, tampoco era la más elegida por lo estudiantes a pesar de las posibilidades de incorporación laboral que ofrecía. Según la publicación “Formación y Empleo” de la Fundación Argentaria, en 1999, alrededor del 35% de los ocupados tenían un nivel educativo bajo (estudios primarios o FP1), mientras que algo más del 20% tenía como mínimo una diplomatura, FP2 o ciclos formativos de grado superior de FP, lo que significa un importante nivel de ocupados a priori sobrecualificados y la presencia de trabajadores muy poco cualificados o sin cualificar.
Esta situación planteada se ha visto agravada por la situación de crisis en el país que ha destapado una realidad “la población activa del país no tiene una formación adaptada al mercado laboral”. Esto ha hecho pensar a las administraciones de qué manera se puede solucionar esta situación dotando a los trabajadores de las herramientas necesarias para que acrediten su experiencia o bien que su formación sea más adecuada y más vinculada con la realidad laboral de España.
Con todo esto tanto el Ministerio de Trabajo como el Ministerio de Educación lleva años planeando una reforma de la Formación Profesional y un sistema para que las personas que pueden acreditar una experiencia profesional puedan obtener una titulación que la avale.
Con la aprobación de la LOGSE a principios de los 90 se inicia en España un proceso de desarrollo e implementación de un modelo de Formación Profesional avanzado caracterizado por:
- Formación basada en la competencia. Se crean, como referente del perfil profesional de los títulos y perfil ocupacional, los Certificados de Profesionalidad, que identifican las competencias que deben alcanzar los alumnos en el empleo y los criterios para considerar el trabajo bien hecho. Como pieza fundamental para alcanzar la competencia en una profesión se introduce la formación en centros de trabajo.
- Formación altamente profesionalizante y flexible. Se incluyen contenidos teórico-prácticos organizados de forma modular.
- Formación adaptada al entorno geográfico y socioeconómico. Con la transferencia de las competencias a las CCAA en materia de educación, éstas adquieren competencias plenas en materia de Formación Profesional Inicial/Reglada y competencias de gestión en materia de Formación Profesional Ocupacional.
- Participación y cooperación entre la Administración del Estado y los Agentes sociales.
- Fomento de la formación permanente.
- Calidad
En julio de 2009, el Consejo de Ministros aprobó un Real Decreto por el que se establecía el procedimiento para la evaluación y acreditación de las competencias profesionales adquiridas a través de la experiencia laboral o de vías no formales de formación. Este procedimiento se orienta a personas que han adquirido sus conocimientos profesionales desarrollando una actividad laboral y no tienen titulación. A personas que abandonaron sus estudios para incorporarse al mundo laboral y han aprendido su profesión en su puesto de trabajo. A aquellos que han adquirido competencias profesionales desempeñando tareas de voluntariado o como becario y a los que a lo largo de su vida han realizado actividades no remuneradas que han permitido adquirir competencias del mundo laboral. Las Administraciones convocarán procedimientos de acreditación de competencias profesionales atendiendo a las necesidades del mercado laboral. Cada convocatoria se centrará en determinados ámbitos profesionales. Al finalizar el procedimiento, la comisión de evaluación pertinente les indicará la formación complementaria que tienen que cursar para poder obtener el título de Formación Profesional de Grado Medio o de Grado Superior o un Certificado de Profesionalidad.
Con estos instrumentos puestos al servicio de los ciudadanos se pretende contribuir a la transparencia del mercado laboral, al ajuste entre la oferta y la demanda y a la mejora de la calidad y coherencia de la formación profesional.
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